9 frases de Gabriel García Márquez sobre la solidaridad

Nueve reflexiones del escritor colombiano en torno a la solidaridad y su importancia en la conservación del mundo.

Archivo Gabriel García Márquez, Harry Ransom Center
Por:
Centro Gabo

Hacia finales de 1978 Gabriel García Márquez fundó Habeas, una institución con sede en México creada para proyectar con más fuerza y eficiencia la solidaridad mundial con los presos políticos, desaparecidos y exiliados de América Latina y el Caribe. Ya para entonces Gabo había confesado que en las tardes, después de resolver sus asuntos literarios, se dedicaba exclusivamente a lo que él mismo denominaba como ‘cuestiones de solidaridad’. “Es lo que más hago, creo que aún más que escribir”, dijo en una entrevista de junio de 1981.

Esa preocupación por la solidaridad quedó impresa en su obra de ficción, especialmente en su novela Cien años de soledad. Luego de escribirla, Gabo afirmaría en diferentes oportunidades que la debacle de la familia Buendía –y de Macondo en general– se debía a que entre sus personajes prosperó la soledad y no la complicidad del amor y la hermandad. “Todos los miembros de la familia no solo están solos”, le comentó el colombiano a la periodista Rita Guibert el 3 de junio de 1971, “sino que es la antisolidaridad, inclusive, de los que duermen en la misma cama. Pienso que los críticos que más han acertado son los que han llegado a la conclusión de que todo el desastre de Macondo –que es también un desastre telúrico– viene de esa falta de solidaridad, la soledad de cada uno tirando por su cuenta”.    

Compartimos contigo nueve reflexiones del escritor colombiano en torno a este sentimiento que apela a la unión, al respaldo y al trabajo colectivo.

 

1. El sentido de la solidaridad

 

El sentido de la solidaridad, que es lo mismo que los católicos llaman la comunión de los santos, tiene para mí una significación muy clara. Quiere decir que, en cada uno de nuestros actos, cada uno de nosotros es responsable por toda la humanidad. Cuando uno descubre eso es porque su conciencia política ha llegado a su nivel más alto.

 

“El periodismo me dio conciencia política”.

La Calle, 1978.

 

2. Solidario, no solitario

 

La soledad, para mí, es lo contrario de la solidaridad.

 

El olor de la guayaba, 1982.

 

3. Un mundo donde sea posible la solidaridad

 

Todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir una tierra donde nadie pueda decidir por los otros, donde los pueblos que han quedado marginados tengan una nueva oportunidad. Un mundo en el que sea posible verdaderamente la solidaridad.

 

“Entrevista. Gabriel García Márquez”.

El Correo de la Unesco, octubre de 1991.

 

4. Por un vínculo universal

 

Una verdadera solidaridad con nuestros sueños y esperanzas deberá concretarse en actos de apoyo a los pueblos que aspiran a una vida propia en el reparto del mundo y a que un auténtico vínculo universal exista.

 

“Entrevista. Gabriel García Márquez”.

El Correo de la Unesco, octubre de 1991.

 

5. El silencio que no es solidario

 

No hay que seguir con el concepto, revenido al pasado, de que la mejor solidaridad consiste en callarse.

 

 

“¿Quién carajo somos los latinoamericanos”.

El Mundo, febrero de 1982.

 

6. La soledad de Macondo

 

Los críticos que más han acertado son los que han llegado a la conclusión de que todo el desastre de Macondo –que es también un desastre telúrico– viene de esa falta de solidaridad, la soledad de cada uno tirando por su cuenta.

 

“Gabriel García Márquez”.

7 Voces, junio de 1971.

 

7. La solidaridad de la ficción

 

Es imposible, en este juego de ida y regreso, de toma y daca, que un autor no termine por ser solidario con su personaje, por muy detestable que este parezca. Aunque solo sea por compasión.

 

El olor de la guayaba, 1982.

 

8. Cien años de soledad, escrita entre amigos

 

Cien años de soledad me llevaba a tal velocidad que yo no me podía parar, y a partir de ese momento se creó una especie de equipo solidario alrededor del libro, y todos mis amigos me ayudaron. Yo le hablaba a José Emilio Pacheco: «Mira, hazme el favor de estudiarme exactamente cómo era la cosa de la piedra filosofal», y a Juan Vicente Melo también lo ponía a investigar propiedades de las plantas y le daba una semana de plazo. A un colombiano le pedí: «Haz el favor de investigarme cómo fueron los problemas de las guerras civiles en Colombia». A otro le pedí la mayor cantidad de datos sobre las guerras federales en América Latina, y siempre tuve amigos haciéndome tareas de ese tipo. Todo el trabajo poético, por ejemplo, que me hizo Álvaro Mutis es invaluable (…) Ahora me doy cuenta de verdad que todos ellos estaban trabajando en Cien años de soledad, y no solo no lo sabían entonces, sino que tengo la impresión de que no lo saben todavía.

 

“Un halo rodeó Cien años de soledad”.

Entrevista de septiembre de 1973, reproducida por

el Suplemento Cultural Laberinto, Milenio Diario, abril de 2014.

 

9. La catástrofe de la anti-solidaridad

 

En Cien años de soledad, y probablemente a lo largo de toda mi obra más o menos oculta o más o menos visible, la soledad se presenta como lo opuesto a la solidaridad, y este es el punto que toma ya casi un cariz político y que por ello encuentro interesante, dado que no se trata, por así decir, de una definición lírica de la soledad, sino que adquiere a mi parecer una carga política, una soledad entendida como lo opuesto de la solidaridad. Bajo este aspecto todo el drama de la frustración de los Buendía, desde el principio hasta el fin, para mí se debe a la falta de solidaridad. Pero sí hay que ampliar el tema, es una falta de solidaridad que no queda circunscrita a la familia Buendía, sino que envuelve a una sociedad más amplia, todo su mundo, llenándolo de la catástrofe.

 

“Gabriel García Márquez”.

Los escritores frente al poder, 1974.

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Masacre en Nueva Zelanda: un acto terrorista planificado para ser viral

El video del ataque en Christchurch no activó los sistemas de detección automática en Facebook 

Créditos
Pixabay
Por:
daniel
El viernes, 15 de marzo, un hombre con armas semiautomáticas se dirigió a la mezquita de Al Noor en el centro de Christchurch, Nueva Zelanda, y comenzó a disparar a todas las personas que veía. 
 
Este acto terrorista fue transmitido en vivo por su propio autor durante 17 minutos a través de Facebook y rápidamente se difundió en internet, antes de que los sistemas de inteligencia artificial (IA) de Facebook, YouTube y Twitter pudieran detectarlo.
 
Los agentes de la policía neozelandesa detuvieron al atacante cuando entraba otra vez en el automóvil, donde tenía dos bombas caseras con las que planeaba continuar la masacre.
 
Al día siguiente, Brenton Tarrant fue acusado formalmente de asesinato como el principal sospechoso de cometer los tiroteos masivos en las mezquitas Al Noor y Linwood que dejaron 50 muertos y varias decenas de heridos, como señala la BBC Mundo. El australiano de 28 años fue identificado como el autor del video que divulgó a través de Facebook Live con una cámara situada en el casco.
 

Facebook eliminó 1.2 millones de videos del ataque

El video del ataque en Christchurch fue eliminado a los pocos minutos de su realización, pero pudo ser visto 200 veces durante su transmisión sin que ningún usuario lo denunciara en ese momento, indicó Facebook en un comunicado. Incluyendo las visualizaciones en vivo, el contenido completo se reprodujo 4.000 veces. 
 
Antes de que Facebook recibiera una alerta sobre el video, un usuario de 8chan publicó un enlace con la copia de la grabación en un sitio web para compartir archivos. En las primeras 24 horas, Facebook eliminó más de 1.2 millones de videos del ataque durante la carga en la plataforma. Unas 300.000 copias fueron eliminadas.
 
También es importante resaltar que Tarrant usó LIVE4, una aplicación que vincula la cámara GoPro al teléfono y de ahí a Facebook con la finalidad de que lo grabado salga al aire de inmediato. 
 
“LIVE4 no analiza, almacena ni procesa sus transmisiones de ninguna manera”, dijo a Reuters Alex Zhukov, fundador de la aplicación. “No tenemos la capacidad, aunque quisiéramos, de controlar las transmisiones en vivo o después de finalizar”, añadió. 
 
La responsabilidad del contenido recae completamente y exclusivamente en la persona que inició el directo. La plataforma LIVE4 manifestó que eliminó la cuenta del atacante cuando recibió el aviso de la policía. La propia Reuters buscó el video 10 horas después de los ataques y lo encontró en YouTube, Twitter, Instagram y por WhatsApp.
 

El sistema de IA de Facebook no pudo detectar el video del ataque

“Los sistemas de IA se basan en ‘datos de entrenamiento’, lo que significa que necesitan miles de ejemplos de contenido para capacitar a un sistema que pueda detectar ciertos tipos de textos, imágenes o videos”, explicó el vicepresidente de producto de Facebook, Guy Rosen.
 
Rosen considera este enfoque ha funcionado muy bien en áreas como desnudos, propaganda terrorista y también la violencia gráfica, donde hay una gran cantidad de ejemplos que pueden usar para adiestrar el sistema de IA de Facebook. Sin embargo, el video del ataque en Nueva Zelanda no activó los sistemas de detección automática. 
 
“Para lograrlo, tendremos que proporcionar a nuestros sistemas grandes volúmenes de datos de este tipo específico de contenido, algo que es difícil porque estos son eventos afortunadamente raros”, aclaró Rosen. 
 
El ejecutivo de Facebook admite que la IA es una parte “increíblemente importante” en la lucha contra el contenido terrorista en las plataformas y que nunca será perfecto, a pesar de las mejoras.
 
Las personas siguen siendo parte de la ecuación para Facebook, ya sean los integrantes del equipo que se encargan de revisar el contenido o los usuarios que utilizan sus servicios e informan sobre el contenido inapropiado.
 

YouTube retiró decenas de miles de videos

YouTube anunció el retiro de “decenas de miles de videos” de su plataforma que mostraban el atentado terrorista. También dijo que el volumen de grabaciones del ataque subidas a la red por usuarios a partir de la transmisión original, que fue eliminada de inmediato, “no tiene precedentes tanto por su escala como por su rapidez”, como indicó la agencia EFE.
 
Horas posteriores al atentado, la velocidad con la cual los videos fueron cargados al portal propiedad de Alphabet llegó a alcanzar una nueva subida cada segundo. La compañía aseguró que eliminó las cuentas que “promovían o glorificaban lo ocurrido”.
 
Twitter también hizo lo propio para evitar la difusión de la filmación y el manifiesto adjunto que redactó el francotirador; pero, como en otras redes sociales, no pudo ante la velocidad de sus usuarios. 
 
“Por aterradora que sea la violencia, este asunto también se trata de lo bien que la comunidad en línea funcionó a favor del atacante. Esta quizá sea nuestra nueva realidad”, expresó Charlie Warzel en el NYT. Para el escritor de tecnología, el odio conspirativo no solo se ha expandido del internet a la vida real, sino que también está armado para volverse viral.